DANIEL RODRÍGUEZ

Este sitio recolecta una serie de polaroids tomadas a lo largo de 2020, creadas persiguiendo un solo objetivo: dar cuenta de lo simple. Quería descubrir qué tan lejos podría ir haciendo imágenes usando un medio con opciones ultra limitadas. Conforme fue avanzando el año, el ejercicio se convirtió también en la documentación incidental de un despliegue de cuestionamientos, incertidumbres y limitaciones traídas a raíz de periodos largos de confinamiento. Las estampas dan cuenta de recorridos solitarios, habitaciones vacías, y de los encuentros (esporádicos, bajo el sol, a distancia) con los seres cercanos.

He encontrado en esas imágenes una suerte de consuelo. Quizás sea en que los pequeños granos que conforman las figuras, algunas más detalladas que otras, puedo recobrar cierto sentido de espontaneidad y pertenencia. Observo también que a algunas las atropelló la ansiedad del deseo perfeccionista, cuando mi mente rígida hizo aparecer una lista de requerimientos que ahogó su belleza. A otras las bendijo lo incierto, y resultaron sorprendentemente amenas en su composición y en su fluir simbólico. Otras tantas, menos ambiciosas, comunican apenas formas primigenias, como dibujos colgados en el salón de un jardín de niños.

La imagen resultante es a la vez exasperante y esperanzadora; me ilusiona pensar que las semillas ahí están. Imagino que cada una de estas estampas algún día cambiarán los crayones por plumas, se les engrosará la voz, les crecerán alas y volarán, para contener historias en sí mismas, para ejecutar sus propios conciertos. Por el momento solamente constituyen un archivo de impresiones diseccionadas, expresiones contenidas de una búsqueda por aquello que está más allá, por un ideal invisible pero trascendente que yace fuera del encuadre; son contenedoras de un tiempo suspendido que ha dejado más preguntas que resoluciones. Volátiles, frágiles, impredecibles: así las imágenes que ha traído consigo el 2020.

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Para ti, que lees esto, dondequiera que estés: que el presente brille siempre. 

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Todo mi cariño,

Daniel